miércoles, 28 de julio de 2010

Como dicen los periodistas: hasta luego.

Hoy, una querida y nueva amiga mía, se vuelve a su país de origen. En parte por esto, me puse a reflexionar sobre las despedidas, que teniendo a mi familia desperdigada por el mundo, las he vivido bastante.

Creí tener algo en contra de las mismas ya desde pequeña. Pero el problema no es despedirse en sí mismo, cuando alguien se va: te encontrás, estás un rato, te abrazás o das un beso, unas palabras emotivas... En fin, quizá algo rico de comer para ¿endulzar? el momento. Podríamos hacer un manual de etiqueta de cómo hacerlo.

El tema conflictivo es, por si a alguien no se le ocurrió, que cuando vas a despedirte: no estás extrañando todavía, porque esa persona, esta ahí, vivita y coleando, acompañándote. Si no llorás, si no te ves afectado ¿es que no la vas a extrañar acaso?

Y ahí me llegó, aterrizó entre mis neuronas sin pedir permiso un pensamiento que daba otra mirada a las despedidas. Faltaba un dato de color en relación a las mismas: ¿sabían que hay cosas que el ser humano debe sentir por anticipado? Es un acto premonitorio más riesgoso que el horóscopo. Y lo peor de todo, es que lo tenemos tan fuckingmente incorporado, que terminamos sufriendo por anticipado. Y eso es uno de los más grandes errores del ser humano. Sufrir antes de que pase algo que puede no pasar nunca.

¿A alguien se le ocurre amar por anticipado? ¿No habiendo vivido nada con la otra persona, sin conocerla? No, a eso le llamamos idealización o enamoramiento (aunque la idea del amor a primera vista me sigue seduciendo).

¿A alguien se le ocurre tener bronca por anticipado? No, eso es ser una malcogida que se le mete entre ceja y ceja alguien o algo por malcogida.

Pero eso sí, ojo al piojo, no dejemos esto para después: suframos por anticipado... No vaya a ser que nos muramos de dolor y no nos quede tiempo para dejar un vasito lleno de lágrimas saladas como herencia para nuestros nietos.

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