lunes, 30 de agosto de 2010

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Cerrar el corazón es protegerse,
es vivir como un sobreviviente.

Cerrar el corazón es sentir con otros órganos,
es amar con miedo,
y es sufrir con la cabeza.

Cerrar el corazón es cerrar los ojos,
aunque estén abiertos,
es operar cual robot programado.

Cerrar el corazón es confundir los nervios en la panza,
con haber comido algo en mal estado.

Y es justificar que lo que le pasa al otro,
es por no estar suficientemente cerrado.

Y es atorarse al pronunciar palabras que sí tengan significado.

Es no arriesgarse.

Es morir y es no estar a tu lado.


Esto que escribí acá arriba, son las palabras que me vinieron a la mente luego de preguntarme muchas veces qué es estar cerrado. No está mal entrenar al corazón como una puerta. Siempre y cuando no lo cerremos tanto que no dejemos pasar a nadie ni a nada. Igualmente creo que hay gente que se cierra por miedo y otros por egoísmo. El pertenecer al primer grupo puede decantar en convertirse en un miembro permanente del último. Todo reside en estar atento. Hay sobrevivientes que deciden vivir la vida con intensidad, hay otros que se quedan traumados y encerrados en el recuerdo.


-Dedicado al que me jodió con un comentario en el último post, a quien considero un muy buen amigo y me inspiró muchos años con su accionar, con el cual me demostró que vivir es jugarse. Entrenemos las puertas;)-

jueves, 26 de agosto de 2010

Histérica de mierda

Resulta que las mujeres pensábamos que la palabra histérica nos la decían como un insulto. Hace poco me enteré que no. Ocurre que el instinto cazador recolector del cavernícola actual, permanece intacto en el interior de los tan (en apariencia) modernos y metrosexuales hombres.

Chica fácil, y con este último adjetivo no me refiero a algo con connotación sexual, es aquella que (según esta sabiduría callejera, comúnmente negada a las féminas) no les complica la vida bastante como para hacerles sentir lo suficientemente hombres.

Ahora resulta que años de terapia me han resultado en vano... Ojo, me informan que no tengo que ser histérica per se, sino más bien lo ideal es ser complicada... Al fin y al cabo, más de lo mismo, sólo que dicho de otra forma.

Yo que creía que era ser mejor persona el comportarse menos histéricamente ¡Qué ingenua! Los billetes y los sentimientos de culpa que me habría ahorrado si me hubiesen avisado hace unos años.

Ya saben, la próxima que les digan: "Sos una histérica de mierda", agradezcan. Algo de razón tienen ellos: tarde o temprano terminan prefiriendo eso a que les sirvas de alfombra de baño.

Aclaración de la autora: por favor, nótese la ironía del texto, no soy Cosmopolitan.

lunes, 23 de agosto de 2010

Yo, me, mi, conmigo.

Los seres humanos a veces somos caprichosos. No sabemos si queremos algo, pero queremos tenerlo igual, por las dudas. No lo queremos, mientras lo tenemos. O creemos que no lo queremos, hasta que lo tiene otro.

Ya sea el plato que pidió el compañero de cena en un restaurant y envidiamos en silencio, el chico que nos mira e ignoramos en una fiesta hasta que otra chica sí le devuelve la mirada o simplemente trátese de esa ropa que tenemos en el placard por si vuelve a la moda; hay algo que merecemos tener en cuenta... Capricho no es lo mismo que deseo.

Recuerdo a la Andie caprichosa que en una época se quejaba: "No sé si me gusta, pero... ¿Por qué no me intenta dar un beso?". Mi ego y yo tenemos una batalla hace unos años...

La cuestión con el ego, es que podemos terminar confundiendo un capricho con un deseo, caso en el cual, no sólo pierde el objeto de capricho, sino también, perdemos nosotros al habernos autoengañado.

jueves, 19 de agosto de 2010

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¿Qué tienen las fechas, que nos liberan, nos atan, nos enganchan, asustan, obligan, entristecen, deprimen, alegran, excusan? ¿Qué tiene un momento, un instante, un segundo, una hora?

Que las posiciones de los astros nos puedan afectar tiene más sentido a que una fecha en un calendario inexacto, o a que un círculo rojo marcando un número en la agenda, lo hagan.

Pero pese a tantas preguntas, cuestionamientos, planteos o quejas, hoy el tiempo me dio un changüí. Dicen que el tiempo cura las heridas y dicen que tiempo al tiempo. Me liberó de unas ataduras, una carga.

...Casi sin molestar pasó el día por mi costado derecho. Pidió permiso, en silencio. Lo vi pasar. Mis ojos, perplejos...

martes, 17 de agosto de 2010

Si animal es un insulto, humano es...

Mientras le comentaba a su compañero de caminata, inmerso en la charla, que no iba a tropezar dos veces con la misma piedra, no se dio cuenta que su pie resbalaba en un charquito...

Bandeja de plata

Hay gente que cree que ya que comer es algo indispensable para estar vivo, no es necesario prestarle atención, es automático, como respirar (aprender a respirar y a ser consciente de la respiración es algo que intento cada cierto tiempo también, ojo, pero por ahora le hago más caso a la comida). Pero no soy sólo detallista en lo que a comer respecta cuando estoy en casa o al ir de paseo por el Barrio Chino (buscando productos que me inspiren un poco), sino también cuando voy a algún restaurant.

Una vez sentada, no me parece de mala educación preguntarle a los mozos, al fin y al cabo, para eso también están. Caso contrario, todos los restaurantes pondrían una de esas cintas giratorias que te alcanzan la comida (que están de moda en algunos lugares).

La atención es lo primordial y es recompensada con una propina. Claro que muchos creen que como se sabe que en este país los sueldos no son buenos, es un deber el otorgarla. En mi caso, pese a haber sido explotada con las pagas impunes en otros tipos de empleos, sigo pensando que no es un deber, sino un premio. Mejorar los sueldos de la población es algo que excede el tema propina o no propina.

El arte de ser un buen camarero lo he observado en mis viajes a Lima. No se trata, como acá, de cuántos platos puede el caballero o la dama memorizar sin ayuda de una libreta, como si fuera un juego de show familiar de domingo por la noche o de un tradicional repechaje; sino de modales, buena atención, simpatía, discresión y una correcta descripción de los platos de la carta.

Es más, no logro entender cómo eso no ocurre en los bares o restaurantes de moda de Capital. Si los platillos predilectos se encuentran redactados por poetas frustrados, con más razón se necesita a alguien que los traduzca amablemente.

Por ahora, aún me entiendo bien con los camareros, pese a que algunos amigos míos dicen que los vuelvo locos preguntándoles detalles y que solo zafo debido a que soy mujer y me amparo en el estereotipo de la mina histérica. No, no somos machistas, para nada...

jueves, 12 de agosto de 2010

Cosa linda

Hoy F y J, personajes ya conocidos en mi blog, me sugirieron: "Andie, estoy con F viendo tu foto de perfil, cambiala". "Digo yo que tiene que tener menos ropa", acotó F. Pero una joda casual entre amigos, me recordó una cuestión existencial...

Hay algo que va mas allá de mi comprensión como mujer ¿Por qué siguen existiendo congéneres que se empecinan en ilustrar lo más bajo de la condición femenina?

Nos permitimos que nos cosifiquen en películas, televisión y hasta lo hacen los creativos que apuntan a vendernos productos a nosotras o a vender a costa de nuestras imágenes.

¿Por qué hay chicas que ni siquiera aceptan que les paguen por exponerse? Este tipo de mujeres no entiende que hacerse cargo de la femineidad y ser segura de sí misma, no implica que deba convertirse en una come hombres. No es un: "Ya que me quieren cosificar, lo hago yo primero y por eso soy mejor que ustedes".

Debo admitir que lo he hecho, en mi adolescencia, cuando tenía fotolog. Sí, se lo perdieron, y eso que en esa época las cosas estaban en su sitio. Hoy, me siento orgullosa de poder decir que si alguien me habla por chat es por lo que pienso o por lo que hago, o al menos por lo que cubro y no por mostrar algo por lo que en muchos casos SE PAGA. Y al que se le ocurrió que se pague por ello, no fue ningún boludo, las boludas son las que lo hacen gratis.

Bienvenidas las chicas que cambian su foto de perfil, pero que saben diferenciar lo sexy de lo trillado.

lunes, 9 de agosto de 2010

Mutilados

La capacidad de sentir, de conectarse con el otro o con uno mismo, es algo que podemos reprimir. Pero ¿a qué costo nos defendemos? Quizá necesitamos limitarnos tanto desde la cabeza ya que cuando el corazón está cerrado, no hay nadie que lo escuche gritar basta.

Descubrirse a uno mismo en su propio discurso y que el otro se reconozca en el de él, a medida que avanza la conversación (sea en palabras o en miradas), vale. Ya que peor que mutilarse el cuerpo, es dejarse sin la sensación del corazón.

Cuando conectarse con otro, es conectarse con uno, sabemos que hay algo que está funcionando.

jueves, 5 de agosto de 2010

Hagan sus apuestas

Apostarle al amor, no es lo mismo que apostarle a cualquier persona. Hay gente que cree que le está apostando al amor cuando se está arriesgando a jugar al gallito ciego en un campo minado. Ese es un juego totalmente de riesgo, ya no es una apuesta, donde al menos tenés alguna ilusión de tener chances a tu favor.

La imagen mental que se genera es quizá más masoquista que la de una flecha atravesando un corazón como símbolo del amor. Es casi como ir más allá e imaginarlo desangrado o dando sus últimos latidos.

Una persona que estimo mucho me dijo una vez que lo importante es si uno tiene la capacidad de amar. Supongo entonces que apostarle al amor, puede ser algo abstracto, pero no nos olvidemos que más allá de que tengamos una hermosa capacidad de dar, de compartir, o de "agregue su verbo predilecto sinónimo de estar en pareja", a veces hay señales de que la otra persona, no es la indicada para entrenar esa ¿habilidad?

miércoles, 4 de agosto de 2010

28 días

Podría ser mas sencillo, más simple, no sólo para ellos, sino también para nosotras...

Sé que pese a la búsqueda del tan ansiado feminismo aún quedan machistas por ahí esperando una mujer que les haga la cama y los espere con la comida caliente. Y las mujeres nos resistimos a ello, queremos que nos traten como iguales. Queremos una carrera, ser independientes económica y emocionalmente.

Pero a veces pareciera que la naturaleza todavía no fue puesta al tanto. Sino no nos "vendría" cada veintiocho días, solamente ocurriría ese mágico suceso de la vida los días feriado. Sino se nos pagaría más en las empresas por ser madres y ocuparnos de la empresa más grande de todas: formar un futuro como sociedad más responsable.

Las ciclotimias de la personalidad femenina no son un castigo para el hombre que la acompaña, lo son para ella misma. Ya que no asumimos aún ese costado como algo que nos puede ayudar a ocuparnos del rol social con una inteligencia emocional que se destaque por sobre lo y los demás.

Aclaremos los tantos: no importa cuán culta y progresista sea una mujer, hay momentos en los que quiere chocolate y quedarse en cama (y eso no es un invento de los comerciales de toallitas, ni tampoco es ser retrograda).

Ocurre que lo retrograda es quizá en todo caso, negar la naturaleza femenina, esa voz que nos permite escuchar las cuestiones del alma, solucionar las cosas desde otro punto de vista (qué pensamiento lateral ni qué nada) u ocuparnos de miles de tareas a la vez (los multiprocesadores son un invento más viejo que la profesion más antigua de la Tierra).

Anticuado o machista es, al fin y al cabo, no reconocer ni valorar que una mujer más allá de sus capacidades intelectuales, puede mantener en paralelo una vida emocional e interior intensa, sin dejar de lado sus ganas de desarrollarse como ser individual y no solamente como procreadora de la raza humana. Que, vale la pena decirlo: es uno de los trabajos mas riesgosos y peor pagos que como sociedad hemos conocido: no hay garantía de ningún tipo, nuestro socio puede arrepentirse y escaparse sin previo aviso, podemos morir en el intento (o sino pregúntenselo a los integrantes de las miles de culturas con rituales relacionados con la fertilidad) y no nos jubilamos jamás de esa tarea.

Por más irónico que suene, viniendo de una familia donde hay uno que otro divorcio o separación, y gracias a ellos el rol de la mujer independiente debería estar exacerbado en mi persona: no me molestaría ser "la mujer de", al contrario. Eso sí, vale aclarar que espero que mi futuro marido también pueda decir orgulloso que es "el hombre de". Claro que antes espero que me firme un papel en el que conste que me acepta tal y como soy: algo feminista y algo anticuada, ya que cada veintiocho días no da que nadie te venga con que para ser tomada como un ser pensante hay que reprimir a la naturaleza que hay en mí (creanme, si se pudiera hacer, alguna que otra vez ya lo habría intentado).

lunes, 2 de agosto de 2010

Compañero de dos cabezas

Hay cosas que no son claras. Cuándo decir "hola", cuándo "basta", cuándo estás molestando y cuándo no. Ya que la diferencia entre una persona y otra puede incumbir un mundo de distancia.

Hay charlas de teléfono que si te quedás hablando poco tiempo parecería que querés cortar y estás haciendo cuenta regresiva para salir corriendo a hacer lo primero que haya en tu agenda (o no). Pero por otro lado si te mantenés tranquila escuchando te empiezan a preguntar que andás haciendo "de fondo", si chateando o si durmiendo.

Parece que si tenés buen oido o sos hijo de psicólogos, como es mi caso, no tuvieses vida. Aunque la mayoria de las veces estás compenetrado en la conversacion, y alguna que otra te distraés contando los segundos para no ser mala amiga, hija o vecina.

Pero aún es más llamativo lo que nos pasa a los que podemos hacer más de una cosa a la vez, ejemplo de ello es: diseñar mientras mantenemos una charla. Les aseguro que es como si fuese una mujer de dos cabezas: una se ocupa de escuchar la charla y otra del diseño.

"No, no es que no te estoy prestando atención: vos comés y respirás, yo diseño y hablo". Pero hay gente que no lo entiende y te pide que la mires a los ojos, y claro, el feedback es importante... Ahí la segunda cabeza en lugar de hacer, te empieza a hablar: "el rojo quedaría mejor, ¿y si le agregás una ilustración un poco más gastadita?" Claro, entonces sí que no te escucho nada, porque diseñar con palabras lleva más esfuerzo que hacerlo con algún programa de Adobe.

Lo que por ahora no puedo hacer es escribir mientras mantengo una conversación, aunque me cuesta negar que posiblemente muchas de las veces que escucho a alguien estoy pensando: mmm con esto tengo una entrada nueva para el blog, yuhu: que buen disparador, que grosso insight.

Y sí, lamentablemente para la gente que asume la creatividad como una forma de recorrer la vida, vemos al resto del mundo como una musa inspiradora o un lienzo en blanco. Ojo, no se olviden que eso no quiere decir que no los estemos escuchando muy atentamente. Tampoco implica que nuestra sensibilidad no nos permita evitar hacer el ridiculo cuando nos compenetramos con las historias que nos cuentan.

Pero hablar de las veces en las que sí lo hacemos y nos perdemos en la narración de alguna vida como si fuese la mejor película del año, entre lágrimas y sonrisas exageradas en plena confitería: esa es otra historia.

domingo, 1 de agosto de 2010

Fiaca

No me importa que mis amigos salgan con chicas: los remato, vendo, cedo, entrego en bandeja de plata. No soy celosa de ellos, me encanta presentarles a mis amigas y andar armando parejitas. Pero hay algo que no estoy dispuesta a ceder: ser uno más.

Domingo al mediodia: J, F y yo recorriendo Palermo en el auto del primero, los chicos arreglados "con toda la onda" y lentes negros que esconden los pecados de la noche anterior. Se me ocurre que para mi cumple podrían comprarme unos, para ocultar las ojeras que no llego a maquillarme con lo poco que tarda J en pasarme a buscar desde que me avisa que sale de su casa.

Un par de lugares descartados, llenos, caretas o caros, nos sentamos y yo comienzo a confesar mis más íntimos anhelos y tonterías, mientras el Sr. Gourmet o Mr. Abuelo, como todavía es llamado en los viejos círculos, saca de la galera sugerencias para el postre que, valga la ironía, sólo atesora en su memoria gente de la edad de un abuelo.

Es que J (El Abuelo) se conoce los mejores lugares de la ciudad y F y yo nos dejamos llevar libremente, total, es el dueño del auto.

Mientras todo esto ocurre, pido miel y se me chorrea del plato. Mi cabeza vaga por otros pagos... Les digo chicas en lugar de chicos. Y me explican recónditos secretos, milenarios si los hay, guardados por los hombres. Me quejo de no haber llevado una libretita para anotar las frases célebres, pero recuerdo escribir una en mi celular no último modelo: "¿Pasó algo? No hables tan rápido así no deja de volar mi imaginación, ya sé: era hermafrodita".

Sepan que si me he vuelto más turra con los años, fue gracias a ellos. Y se los agradezco.

Una promesa de asado futuro (que sale mejor a cuenta que un almuerzo palermitano), una hipótesis de comer carne y los chicos se despiden de mí en la puerta del edificio, van a recorrer la ciudad en busca de las mejores medialunas de la Argentina, según las palabras del Abuelo.

Chicas, todo bien, pero si no han tenido un almuerzo con hombres a solas, donde puedan manchar toda la mesa de miel y ensuciarse libremente de migas, mientras hablan guarangadas y les dan consejos dos chicos con anteojos negros: aún no han disfrutado de los mejores placeres de la vida. La fiaca de un domingo es de lo más bueno que te puede pasar, cuando tenés grandes amigos.