viernes, 28 de mayo de 2010

¿Abre los ojos?

A veces cerramos los ojos y nos pegamos contra la pared. Pero no voy a negar que sea más fácil vivir con la mirada entrecerrada. Viendo lo suficiente para no chocarse contra nada, o para chocarse contra todo lo que se elija llevar por delante.

Es tranquilo negar. Cada uno lo hace a su manera... Alcohol, droga, televisión, comida, alucinaciones, amor. Pero (casi) todos tratamos de no ver, de recortar la realidad. Un mecanismo sano para crecer, crear, mejorar. Tal vez haya una conciencia que te eleva, pero hay otra que te duele. La de los pies en la tierra, cuando la tierra es fría y pincha tu piel.

Vivir el aquí y ahora, dicen que relaja. En parte es cierto, algo de mi persona lo cree. Pero si viviéramos todos los aquí y ahora de todos los seres humanos en la tierra, si pudiésemos sentir lo que sienten todos a la vez, sumando cada una de las emociones con sus respectivas intensidades... Me pregunto qué sería lo que percibiríamos. Esa suma de seres es el latido de la humanidad.

Hoy leí un artículo sobre cómo las primeras veces suelen quedar marcadas fuertemente en la memoria. Muy de vez en cuando, abro los ojos un poco más que de costumbre, y me pierdo... ¿Deberé entrenar el hábito? Cada vez que los entreabro, no dejo de sorprenderme. Quizá haya algo más allá, que todavía no logro ver...

miércoles, 19 de mayo de 2010

...el aire es libre, el aire es libre...

Te das cuenta que estás llegando tarde, estás cansado, o es de noche y la idea de caminar hasta la avenida para tomar el colectivo no te convence.

Elegí el "había una vez" que quieras, pero el nudo de la historia es simple: levantás cual ala de ave tu brazo y frenás un taxi (recordá que puede complicarse aún más si lo solicitás por teléfono y la espera de 5 a 45 minutos te puede dejar pendiente y cansado). Abrís la puerta, te acomodás, decís el destino...

El señor tachero decide subir el volumen de lo que aparentemente venía escuchando. Partido de fútbol, radio AM con interferencia, reggaetón o punchi.

Nuevamente elegí lo que sea de tu agrado para la historia o lo que no sea de tu agrado para tus oídos.

No querés molestarlo pero él te está molestando. Y aunque entendés que el hombre está trabajando y merece entretenerse, en un viaje con una duración mayor a cinco minutos, eso deja de importarte.

¿Corre, la pasa, gira, vuela, come, estornuda y gol? Oís y no escuchás, el ruido se torna insoportable. Te creías más tolerante.

¿Pensás decir algo? Mirá que si le decís capaz tu voz ni se halle en una intensidad audible en comparación con el resto de la ambientación sonora del auto.

En mi caso, ya dejé de tomarme taxis donde el conductor se encuentre fumando, ni me esfuerzo en pedirle que apague el cigarrillo: le agradezco, cierro la puerta y me tomo otro, aunque (por ahora) la invasión sonora la acepto. Y debo confesar que trato de coexistir con el humo en días de lluvia y escasez de transporte...

Eso sí, no creo que vaya a olvidar el consejo de algunos ¿amables? taxistas, que me hicieron conocer mi derecho u obligación de solicitar un "móvil no fumador" telefónicamente, palabras de aquella época en las que todavía me animaba a pedir que apagaran sus cigarrillos, y recibía las más insólitas respuestas.

miércoles, 12 de mayo de 2010

La conspiración detrás de las palabras II

Ok, supongamos que Pepe, Luis, Juana o Samanta... te quiere a su manera.

Imaginemos por un segundo que te convencés absolutamente: te quiere con el amor más profundo que puede llegar a sentir un ser humano. Entendés que él (tengo que ponerle un sexo, pero podés elegir una ella si te resulta más útil) realmente está enamorado de vos pero... es tímido, es lógico, es racional, es artista, es un pensador lateral, es innovador, es desprejuiciado, es desestructurado, es moderno, es liberal, es conservador, es... FRÍO.

¿Frío? Nah, porque excusas o motivos sabés encontrar y podrías defender al más cruel de los ladrones si de ello dependiera tu felicidad ¿podrías?

En el fondo sabés que cuando hablás con tu mejor amiga, que lo insulta llamándolo "helado insulso sin latidos cardíacos", no le pedís silencio o que se retracte. Le preguntás a ella su opinión porque aunque vos lo defiendas, querés que alguien llame las cosas por su nombre: FRÍO.

Lo seguís intentando y descubrís que encontrar mejores justificaciones no es tan difícil y que auto-convencerse es cuestión de entrenamiento. Digamos que te creés y te creo: el pobre de Pepe te ama pero no sabe expresar su amor como para que a vos, naive encubierta de feminista, te conmueva.

Sí, creo que puede haber formas muy distintas de manifestar lo que nos pasa. Aunque después de tantas vueltas dadas en tu cabeza y corazón, ya te has dado cuenta que algo te duele… ¡Algo no funciona!

No, no pasa por rebajar los sentimientos más puros a una mera cuestión utilitaria: se trata de ser honestos con nosotros mismos. Él te ama, pero como te lo demuestra ¿te sirve?

sábado, 8 de mayo de 2010

La conspiración detrás de las palabras

Ya me cansé.

Que no me vengan con "las distintas formas de amar o querer".

Déjense de esta conspiración mundial.

Yo puedo caminar a mi manera, hablar a mi manera, cantar a mi manera...

Pero si amo a mi manera y el otro no siente ese amor, no se lo transmito, no se lo manifiesto porque lo "hago a mi manera", es lo mismo que comer a tu manera una manzana, mirándola fijamente y diciéndole "manzana give me your energy".

Dejémonos de seudodemocracias baratas, en nombre del amor se han hecho demasiadas guerras ya, demasiadas estupideces sin sentido.

Estoy a favor de las estupideces, pero de las bonitas, las locas-lindas, las que sacan una sonrisa.

Si sentís algo pero no hacés nada, inventá otra palabra para lo que te pasa, para tu forma de amar o querer. En silencio o quietud podés decir mucho también. Pero aclaremos una cosa: expresar distinto no es lo mismo que expresar indiferencia.

Llamemos al verbo "telepatíamar" si es necesario, pero por favor, no usemos el mismo para todo.

Que las palabras todavía no se gastan, pero deberían...

viernes, 7 de mayo de 2010

3, 2, 1...

Hay algo que no me termina de gustar de las últimas horas de la tarde. El sol ya no brilla con la misma intensidad, pero tampoco ha llegado la calma de la noche. La gente quiere volver, pero no puede porque el horario de trabajo no ha terminado, el caos del tráfico ya se augura.

Son las cinco de la tarde, de un día de otoño como cualquier otro, por suerte estoy en casa pero los recuerdos de tener que salir a cursar a esta hora cuando las tareas del resto de los mortales estaban terminando aún me acechan.

El verano, aunque uno esté trabajando, transmite ese "no sé qué", ese "es feriado todos los días" cuando comienza a anochecer. Se agradece que baja la temperatura y las tardes sean más duraderas. En cambio, las tardes de otoño me recuerdan a los domingos por la noche: se extingue el fin de semana, pero la rutina no nos ha secuestrado todavía; tenemos tiempo libre, pero para prepararnos para la semana.

Supongo que depende de cada uno disfrutar de esos "no momentos", no dejándonos llevar por la ansiedad de la transición. Tal vez de eso se trata este texto sin sentido claro. De recordarnos que alguna vez pudimos disfrutar de los atardeceres, porque cada segundo en que va bajando el sol sobre los edificios de la ciudad es un instante único, porque no es necesario que se ponga sobre el mar para que sea mágico.

¿Y si en lugar de apurar al sol para que sean las seis y podamos regresar a nuestras casas, sólo nos dedicamos a estar?

miércoles, 5 de mayo de 2010

ADVERTENCIA

El dolor duele
donde duele.
El llanto a veces no expresa nada
porque el dolor sigue ahí.
Las lágrimas suelen limpiar la tristeza
pero a veces no funcionan.
El cuerpo siente que no va a aguantar,
que está a punto de estallar,
pero no pasa nada.
Uno vive.
Y transcurren los minutos,
hasta que se reestablece algo dentro.
Y la costumbre te permite romper con el dolor.
Y la felicidad aflora nuevamente,
de algún espacio o no espacio ,
que siempre tuviste adelante tuyo
o que jamás habías llegado a él.
Hasta que una casualidad te recuerda que
el amor no puede ser tan frágil.
... para la investigación genética
deberían dejar de preocuparse por los tomates, la soja y las ovejas...
¡Hay un asunto mucho más urgente!
Gente que venga con advertencia:
"No se acerque, incapaz de sentir y/o transmitir afecto"
(preferentemente en letras rojas, capitales, cuerpo 24).

martes, 4 de mayo de 2010

La expresión chatarra: la nueva creatividad fast food

La expresión de la gente se ve limitada o formada por el medio. En una era multimedial y de expresiones mediatizadas, la creación se limita a comentar en Facebook, postear en muros, subir fotos. La inmediatez y difusión popular, son beneficios que aparecieron por primera vez con el desarrollo de la imprenta y se fueron exacerbando cada vez más. Los dos a tres minutos que tardan en publicarse nuestras elecciones y en ser conocidas por la comunidad web, nos condenan a elegir bien y rápido. Pero con la posibilidad de eliminar a la misma velocidad lo que hemos publicado, nos evitamos pensar demasiado nuestros mecanismos de expresión. No es necesario conectarse con la emoción o el pensamiento interno, somos masas creativas que se van moldeando con sus posteo en tiempo casi real.

Crear, como lo indica el significado de la palabra, no fue pensado como un acto tan superfluo. Quizás las obras de la impermanencia y evanescencia sean los únicos frutos que deje nuestra generación. Posiblemente en unos años no se exhiban ya obras multimediales como las que nos enseñan en las carreras artísticas más recientes, sino posteos en muros. Un nuevo arte urbano: ya no será el graffiti la innovación como lo está siendo hoy, sino el muro virtual.

Es frustrante descubrir que la expresión más profunda se ve limitada por "vómitos de conejitos" instantáneos, como decía Cortazar, en ámbitos virtuales como este. La musa se ve satisfecha con una rápida masturbación, la de la expresión en su faceta más primitiva y decadente: un mero clic. La intención de esta nota es combatir al medio con el medio mismo, usarlo para algo más provechoso que arrebatos de "me gusta".