lunes, 25 de octubre de 2010

Vasos

Podemos intentar valorar lo esencial, es útil. Ahogarse en un vaso de agua no tiene sentido, y cuando nos observamos a nosotros mismos tiempo después, nos damos cuenta de lo idiotas que fuimos.

Pero valorar lo que tenemos, no es lo mismo que inventar una realidad fantástica. Es ver lo que hay, ni más ni menos, tratar de resolverlo como se pueda. O quedarse tranquilo sabiendo que los vasos de agua, tardan menos tiempo en evaporarse que un lago en la montaña o un iceberg. Si el vaso te sirve para ahogarte o para ver que está medio lleno, es otra historia.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Hoy son dos meses desde que te dejé ir...

Me acompañaste durante los mejores años de mi infancia, en la salud y en la enfermedad, en las tareas y en el ocio, en los días de sensación térmica elevada y en los de granizo.

Hoy vuelves a mi vida, aunque hace más que te habías ido, aún antes de alejarte ese 13 de agosto... Fue cuando dejaste de irradiar esa luz que te caracterizaba, que te perdí. Hoy regresas renovada, cuando creí que podía vivir sin tu presencia.

Mi querida Tele, fue toda una experiencia vivir sin vos estos dos meses y un poco más. Espero que nuestra relación sea más sana esta vez, seguir escribiendo y seleccionando información interesante para que sea incorporada con alegría y curiosidad por mi organismo, y no con angustia o insensibilidad, siendo bombardeada por programas amarillistas y morbosos.

Me reencontraré con Encuentro, Travel and Living, Fox, Sony y Warner. Dejaré un espacio para Disney Channel e History Channel. Seguiré escapando de Tinelli y Rial.

Aprendí a irme a dormir sin verte, no tengo intenciones de que eso cambie. El desafío de reincorporarte en mi vida, recién empieza.

martes, 12 de octubre de 2010

Tic tac

Cada noche, él giraba la manecilla con ilusión. Atrasando el reloj una hora, esperaba poder alargar la vida de su amada, un día más. Y así ocurría, sin falta...

jueves, 7 de octubre de 2010

Entre sapos y príncipes

Hoy les voy a dar el gusto a mis amigos. Ellos, que se sienten indignados y mal representados en mi blog. Voy a ponerme en la piel de un chico. Les contaré la historia de un pobre e ilusionado hombre, con la intención de salir con una chica que le gusta...

Ella le manda señales que él considera "buenas": le habla por chat, le responde los mensajes de texto y no lo bloquea en Facebook (puff, en qué consisten las señales hoy en día jaja). El le dice de salir y ella no sólo accede, sino que también le regala posteos en el muro y no tarda demasiado tiempo en responderle algo a su celular. Por ende, él se comporta de acuerdo a las reglas de etiqueta que favorablemente coinciden con lo que siente: le avisa con anticipación de salir, la pasa a buscar, la lleva de vuelta a su domicilio y le envía un mensaje diciéndole lo bien que lo pasó en la cita.

Pero lo que no sabe él, es que ella tiene diez amigas aconsejándola y un supuesto amigo serruchándole el piso... Que no le conteste los mensajes tan rápido, que no vaya a la casa de él tan pronto, que no le demuestre tanto entusiasmo, que sí le demuestre que tiene una vida y deje de escribirle cosas en el "muro", que le cancele una salida de vez en cuando así lo deja con las ganas.

La chica empieza a girar como robot confundido y desesperado, programado por once inexpertos al mismo tiempo. Ya no sabe bien qué hacer. El pobre chico, presta atención a las recientes señales y cree que ella tiene algún problema hormonal y está viviendo con síndrome premenstrual permanente.

Sus respectivos amigos le advierten que ella es una histérica, que mejor no la llame e invite a tres chicas más para salir esa misma noche y que resuelva después a quién dejar plantada y a quién no. Él elige hacerles caso, después no, después sí, más tarde se arrepiente.

Entonces el "amigo" de ella entra en acción diciéndole que el chico con el que está saliendo parece gay, ya que es más "histérica" que ella. ¿Ustedes qué dicen, cómo sigue esta historia?

lunes, 4 de octubre de 2010

Fe

Este post va dedicado al amor, al amor que dura no una vida, sino dos ¿Por qué dos vidas? Ya que toca a dos personas, que se acompañan desde que se conocen, por el resto de su existencia.

Tengo la suerte de haber tenido dos ejemplos, muy diferentes entre sí, dos (o cuatro) formas de vivir, que con sus aciertos y desaciertos, me ayudaron a creer en el amor y a apostar por él.

Mis abuelos, tanto maternos como paternos, estuvieron juntos hasta que la muerte los separó. Los admiro. Darse cuenta de que las personas pueden reelegirse diariamente durante 50 o 60 años, es hermoso.

El amor sobrevive a la aparente o supuesta costumbre y hace de ella un motivo de festejo; el desafío de romper con la rutina de a dos, inventando una vida compartida rica, me maravilla.

viernes, 1 de octubre de 2010

Érase una vez un enorme garrote...

Desde que tengo memoria me han interesado las relaciones. Me resulta mágico cómo los seres humanos interactuamos, nuestros esforzados intentos por comunicarnos con palabras, gestos, actos. Muchos de esos son al comienzo fallidos, por más que digamos las palabras correctas, y se resuelven simplemente en silencio. No hay recetas, hay personas.

En artículos que he leído, plantean que muchas de las maneras en las que nos desenvolvemos los seres humanos, se deben a cómo lo hemos hecho a los largo de siglos y siglos, desde las cavernas hasta el presente, grabándose en nuestro cerebro. Eso me generó una idea en el mío...

Imagino un cavernícola con garrote, no como lo pueda plantear un historiador, eso no. Uno como el de los Picapiedras. Confieso que no me resulta muy sexy, aunque quizá a una mujer de esa época, no le atrajera nada tanto como un buen chico con cuerpo de patova, estado físico admirable, cazador, y con un enorme garrote para defenderla de los animales que pudiesen atacar o de otro peligro inminente.

¿El tamaño importa? Sí. Por algo las venus (pequeñas estatuillas femeninas) eran regordetas y voluptuosas. Las reservas de grasa eran importantes para sobrevivir y los órganos reproductores, esenciales para mantener la especie. Sé que hoy en día no tendría sentido que fuésemos todas rechonchas pero la voluptuosidad sigue siendo valorada. En el caso masculino, el garrote ha evolucionado y se ve representado en otras formas de protección.

Podremos ser muy progresistas, pero nuestros comportamientos históricos han quedado en nuestro cuerpo, se han grabado en la humanidad. No digo que no se puedan modificar, pero sí que sus orígenes pueden no pasar únicamente por una cuestión ideológica, sino por algo más instintivo. Sobreviven aún, en parte deformados, evolucionados o involucionados. Ellos son nuestra herencia, no nuestra condena: cómo queremos que sean de hoy en más, depende de nosotros.