lunes, 9 de agosto de 2010

Mutilados

La capacidad de sentir, de conectarse con el otro o con uno mismo, es algo que podemos reprimir. Pero ¿a qué costo nos defendemos? Quizá necesitamos limitarnos tanto desde la cabeza ya que cuando el corazón está cerrado, no hay nadie que lo escuche gritar basta.

Descubrirse a uno mismo en su propio discurso y que el otro se reconozca en el de él, a medida que avanza la conversación (sea en palabras o en miradas), vale. Ya que peor que mutilarse el cuerpo, es dejarse sin la sensación del corazón.

Cuando conectarse con otro, es conectarse con uno, sabemos que hay algo que está funcionando.

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