miércoles, 4 de agosto de 2010

28 días

Podría ser mas sencillo, más simple, no sólo para ellos, sino también para nosotras...

Sé que pese a la búsqueda del tan ansiado feminismo aún quedan machistas por ahí esperando una mujer que les haga la cama y los espere con la comida caliente. Y las mujeres nos resistimos a ello, queremos que nos traten como iguales. Queremos una carrera, ser independientes económica y emocionalmente.

Pero a veces pareciera que la naturaleza todavía no fue puesta al tanto. Sino no nos "vendría" cada veintiocho días, solamente ocurriría ese mágico suceso de la vida los días feriado. Sino se nos pagaría más en las empresas por ser madres y ocuparnos de la empresa más grande de todas: formar un futuro como sociedad más responsable.

Las ciclotimias de la personalidad femenina no son un castigo para el hombre que la acompaña, lo son para ella misma. Ya que no asumimos aún ese costado como algo que nos puede ayudar a ocuparnos del rol social con una inteligencia emocional que se destaque por sobre lo y los demás.

Aclaremos los tantos: no importa cuán culta y progresista sea una mujer, hay momentos en los que quiere chocolate y quedarse en cama (y eso no es un invento de los comerciales de toallitas, ni tampoco es ser retrograda).

Ocurre que lo retrograda es quizá en todo caso, negar la naturaleza femenina, esa voz que nos permite escuchar las cuestiones del alma, solucionar las cosas desde otro punto de vista (qué pensamiento lateral ni qué nada) u ocuparnos de miles de tareas a la vez (los multiprocesadores son un invento más viejo que la profesion más antigua de la Tierra).

Anticuado o machista es, al fin y al cabo, no reconocer ni valorar que una mujer más allá de sus capacidades intelectuales, puede mantener en paralelo una vida emocional e interior intensa, sin dejar de lado sus ganas de desarrollarse como ser individual y no solamente como procreadora de la raza humana. Que, vale la pena decirlo: es uno de los trabajos mas riesgosos y peor pagos que como sociedad hemos conocido: no hay garantía de ningún tipo, nuestro socio puede arrepentirse y escaparse sin previo aviso, podemos morir en el intento (o sino pregúntenselo a los integrantes de las miles de culturas con rituales relacionados con la fertilidad) y no nos jubilamos jamás de esa tarea.

Por más irónico que suene, viniendo de una familia donde hay uno que otro divorcio o separación, y gracias a ellos el rol de la mujer independiente debería estar exacerbado en mi persona: no me molestaría ser "la mujer de", al contrario. Eso sí, vale aclarar que espero que mi futuro marido también pueda decir orgulloso que es "el hombre de". Claro que antes espero que me firme un papel en el que conste que me acepta tal y como soy: algo feminista y algo anticuada, ya que cada veintiocho días no da que nadie te venga con que para ser tomada como un ser pensante hay que reprimir a la naturaleza que hay en mí (creanme, si se pudiera hacer, alguna que otra vez ya lo habría intentado).

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