lunes, 20 de septiembre de 2010

¡SOS! GPS para el hombre desubicado

Las mujeres de mi generación somos bastante independientes. No nos quedamos en casa si un chico no nos llama (como lo hacían quizá en las épocas de mi bisabuela), ni tenemos problemas en tomarnos un taxi o un colectivo a cualquier hora con tal de disfrutar una noche con amigas.

Eso sí, quizá por hábito o por una cuestión de seguridad, solemos avisar adónde vamos a estar y cómo nos vamos a trasladar, tal vez más seguido que los hombres. A lo sumo, siempre podemos comprar un gas pimienta o ir con un paraguas y el pelo atado (¿o era suelto según recomendaban en las cadenas de mails para evitar riesgos al caminar en la calle?). Sí, tengo amigas que lo hacen y lo recomiendan.

Pero hay algo que no vamos a ceder, no importa cuántas veces hayamos vuelto en minifalda a las 5 am en colectivo, si estamos saliendo con un chico, esperamos que sea él quien nos traiga sanas y salvas hasta la puerta de nuestra casa. Es más, parte del contrato implícito reside en que aguante a que encontremos las llaves en nuestras desordenadas carteras e ingresemos dentro del domicilio.

¿Sí? Suena contradictorio, en parte lo es. Hay algo que no entienden, por más que nosotras podamos hacer algo solas, no quiere decir que no nos guste sentirnos acompañadas o tenidas en cuenta. Y subo la apuesta aún más: si alguna vez una chica te dice que está todo bien, que ella vuelve sola, desconfiá. O tiene al marido esperándola en la puerta con tres nenes o le diste la impresión de ser un acosador freak. La próxima vez que pienses en no acompañar a una chica a su casa porque la ves muy independiente y no querés ofenderla ofreciéndole ir con ella (ya sea en auto o rollers), pensálo dos veces...

Para no pasar papelones, un tip extra: que dé el OK en acompañarla hasta la casa, no es igual a que lo haga en que entrés a la misma, A no implica B.

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