lunes, 14 de febrero de 2011

Vida inteligente

Hace rato que pensaba que se puede tener miedo a las palabras, a los títulos, al sexo, a los papeles, pero que si había amor, se veía en los ojos de la otra persona y en los propios.

Resulta que no. Los ojos mienten. No sé cómo aprendieron o quién les enseñó, pensé que era un asunto de los humanos nada más, el saber mentir. Quizás fue un experimento de algún científico resentido por la creación del día de San Valentín. Pero la humanidad aún confía en las antiguas fuentes, donde se explica claramente que la respuesta está en la mirada del ser amado. Esto ha derivado en el caos terrestre. Radica en ese malentendido, en esa mala interpretación.

Creemos que la mentira se puede descifrar. No todos saben que hoy por hoy los ojos son inteligentes, han aprendido a engañar a sus propios dueños. Quizás pronto les crezcan piernas y huyan de nosotros, para qué tener a un humano que les diga qué hacer. Ellos saben más de lo que pensamos.

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