martes, 9 de noviembre de 2010

Confieso que he apostado

Debo hacer una confesión pública y sé que puede traer consecuencias.

Como se habrán dado cuenta, no estuve posteando mucho últimamente, esto se debe a que empecé un trabajo nuevo. El mismo queda en pleno centro porteño y me implica un viaje de unos veinte minutos en tren y otros tantos en colectivo.

Y es así que, todas las mañanas, juego a las apuestas. Me subo al tren, rara vez un asiento disponible. Veo a las personas dueñas de uno. Analizo sus posturas, sus vestimentas, sus peinados, sus acciones. Las miradas expectantes o los párpados caídos. Todo esto en unos pocos segundos... y elijo a mi víctima.

Apuesto por ella. Es ella quién se va a bajar primero.

Hasta he llegado a querer hacer trampa, he llegado a querer preguntarle si se baja en la próxima estación. Todavía no he ido tan lejos, pero sé que ese día va a arribar. Día en el cual juegue deslealmente con los otros pasajeros y disponga más fácilmente de un asiento para parte del trayecto.

¿Las reglas? Usar tu empatía y observación. No competir con gente mayor, ni embarazadas. Inventar en el menor tiempo posible el tipo de trabajo o lugar al que se dirige la posible víctima, y así descubrir en qué estación desciende. Conocimientos necesarios: tribus urbanas, estadísticas de tipo de empleo por barrio (entre otros). Están todos invitados a jugar conmigo...